Hola familias
“El que de la ira se deja vencer, se expone a perder”
Anónimo.
Ahora que habéis leído la cita, os podéis hacer una idea de
qué vamos a hablar, ¿verdad?
Como ya os comentábamos ayer, en esta situación nueva que
estamos viviendo es normal que nuestras emociones estén “a flor de piel”. Y es
posible que una de las que nos visite con mucha frecuencia sea el enfado y la
rabia o ira; emociones que en los niños se manifiestan en forma de rabietas.
Pero ¿Qué es exactamente la ira o rabia?
Podríamos decir que es el resultado de una frustración. La
ira o rabia es una emoción que nos generan malestar y surge cuando ocurre algo
a nuestro alrededor que nos enfada y no somos capaces de gestionar de una
manera adecuada. Pero como emoción que es, tiene una función. Cuando aparece la
ira, nuestro cuerpo nos está avisando que hay algo que nos molesta y que
tenemos que solucionarlo. Y estos días… ¡anda que no hay cosas que nos enfadan!
No podemos ir al parque, ver a la gente que queremos, no nos dejan ver la tele
todo lo que nos gustaría, los papás tienen que hacer otra cosa y no me hacen
caso, hay un puzle que no me sale, etc…
Por ello no es prudente anular la rabia o la ira, es decir,
no conseguiremos nada si cuando nos viene este sentimiento nos limitamos a
enfocar nuestra atención en otra cosa. Lo prudente será reconocer la ira y
luego poder controlarla o manejarla. Es decir, tenemos que ofrecer a los niños
las herramientas que les permitan expresar la ira de una forma adecuada sin
tener que recurrir a gritos, violencia o pataletas. Pero, ¿cómo podemos conseguir esto?
Lo primero que tenemos que hacer es PARTIR DE QUE ES ALGO NORMAL, y como algo normal que es, es
imposible evitar que los niños se enfaden al igual que es imposible que
nosotros no sintamos enfado en un momento determinado. Tenemos que hacerles ver
que entendemos su enfado y que a nosotros nos pasa lo mismo. Ejemplo: (entiendo
que te encuentres así. A mí, cuando era pequeño y no conseguía hacer los puzles
me pasaba algo parecido. De hecho, ahora también me pasa algunas veces ¿sabes? "el
otro día, cuando estaba haciendo el bizcocho, me confundí con los ingredientes
y no me salió. Eso me hizo sentir mal y me enfadó, pero si hubiese tirado todo por
el suelo, no me hubiese encontrado mejor y además, hubiese tenido que limpiar
toda la cocina. Lo que hice fue parar, respirar despacito y ponerme a hacer
otra cosa. Al día siguiente me salió un bizcocho delicioso")
Una vez que hemos normalizado la situación, se trata de
ayudar al niño a descubrir qué es lo que ha originado el enfado, que nos lo
cuente, y ayudarle a reconocer QUÉ ES LO
QUE HA NOTADO EN SU CUERPO cuando le ha invadido esa emoción. Podemos
ayudarle dándole pistas: ¿notas que te duele el dedo del pie? o notas como un
nudo en la garganta que parece que te ahoga, o quizá como un fuego que empieza
a arder entre el ombligo y las costillas…
Con esto, estamos tratando de que el niño conozca qué es lo
que pasa en su cuerpo cuando empieza a aflorar la emoción y que pueda poner
remedio antes de que esta esté fuera de control.
Estas dos primeras pautas no deben llevarse a cabo cuando el niño está en pleno ataque de ira. En este momento es difícil negociar o hablar con él, pero cuando la rabieta ha pasado, ese sí es el momento de charlar sobre lo que ocurrió, aquello que
desencadenó un comportamiento que le hizo daño a él y a los demás; y de la necesidad de buscar la forma de que aparezca los menos posible.
Y por último, lo que nos queda es dar herramientas a los
peques para que consigan PASAR DEL
ENFADO (en el mejor de los casos) O
LA IRA (si se le ha ido de las manos);
emociones que le producen malestar, a OTRA EMOCIÓN QUE LE LLEVE A LA CALMA.
Son varias las herramientas que nos van a permitir este paso de una emoción a
otra. A cada niño le puede venir bien una. Nosotras os vamos a dar alguna
pista, pero os invitamos a que cada uno busque sus trucos, vosotros sois los
que mejor conocéis a vuestros hijos, y vais saber mejor que nadie qué es lo que
mejor le va a venir al peque:
- Respirar lentamente cogiendo el aire por la nariz (como si estuviésemos oliendo una flor) y sacándolo por la boca despacito (como si estuviésemos apagando una vela). Hacer esto varias veces hasta que estemos más tranquilos.
- Descargar la energía en una pelota (tipo antiestrés)
- Tumbarse en el suelo con un barquito de papel en la tripa y respirar profundamente notando cómo el barquito navega gracias a nuestras respiraciones.
- Es posible que algunos niños necesiten estar solos buscando un rinconcito que les ayude a bajar a la calma, etc.
- Pero papás, lo más, lo más, lo más importante de todo es sin
duda: MANTENER LA CALMA. Los padres
tenemos que dar ejemplo ante una reacción de ira en el niño y evitar gritarle o
zarandearle. Para que el pequeño aprenda a manejar la ira, ha de ver cómo
nosotros lo logramos, incluso en momentos en los que es fácil perder la
paciencia. De hecho, ante un ataque de ira en el niño, es posible que si
nuestra respuesta es agresiva, el enfado en el niño aumente aún más. Si es
necesario, es preferible que te retires hasta que recuperes el control.
Os animamos de todo corazón a que pongáis esto en práctica.
Sabemos que no es fácil, pero de verdad que merece la pena. Todo lo que os
hemos contado lo vais a poder ver de una forma mucho más bonita a través de un
maravilloso cuento, "TENGO UN VOLCÁN" que tuvimos la gran suerte de que cayera en nuestras manos.
Disfrutadlo junto a vuestros hijos. TENGO UN VOLCÁN
Familias, muchísimo ánimo. Vamos a intentar controlar la
erupción de nuestro volcán, para ayudar a que nuestros hijos puedan controlar
la suya. Muchísimas gracias por estar ahí y un abrazo fortísimo de todo el
Equipo de Infantil.
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